Pese a la situación insalvable, desde Tunel de Vestuarios os enviamos todo nuestro cariño y apoyo, sabemos que sois ganadores y por eso os lo agradecemos y estaremos con vosotros siempre.
Jornada 27ª
Sábado, 21 de abril de 2007
Cat. Infantil 1ª División Grupo 1º
Fund. Europa “B” 2 – Hospitalense “A” 3
POR FAVOR, GANAD VOSOTROS...
Alineación inicial: Pol; David, Albert, Pablo, Ian; Arnau, Alex, Giancarlo, Jaume; Fede y Javier.
También jugaron: Edgar, Vicente, Oriol, Mario, Alejandro, Jesús y Carlos.
Sábado, 21 de abril de 2007
Cat. Infantil 1ª División Grupo 1º
Fund. Europa “B” 2 – Hospitalense “A” 3
POR FAVOR, GANAD VOSOTROS...
Alineación inicial: Pol; David, Albert, Pablo, Ian; Arnau, Alex, Giancarlo, Jaume; Fede y Javier.
También jugaron: Edgar, Vicente, Oriol, Mario, Alejandro, Jesús y Carlos.
Antes del partido anterior, conocedor de que podríamos recibir una paliza, le dije a algunos padres de familia que había decidido darle la espalda al campo y que escribiría sobre el bar, sobre sus productos, sus precios, y sobre pajaritos, o el clima lluvioso. Hablaría de todo menos de fútbol. Sin querer, les mentí. Nos metieron seis y decidí escribir sobre los filisteos, sobre Goliat, y su lucha desigual contra David, el pequeño soldado de Jehová. Poco sobre fútbol. Hoy no nos han goleado, pero hemos caído nuevamente derrotados. ¿Sobre qué debería escribir entonces? ¿Sobre la revolución bolchevique? ¿Sobre David el Gnomo? ¿Sobre las carabelas de Colón?
Nos tocaba enfrentarnos a un equipo en posiciones UEFA que ya nos había derrotado 4-0. No sería necesario oír nuevamente el rumor, lo sabíamos de antemano: otra vez estábamos sin portero, y eso significaba otorgarle demasiadas ventajas al rival, sea quien sea quien reemplazara a Nico.
PRIMERA PARTE
No había gigantes en el campo, los Goliat se habían quedado en L’Hospitalet liderando la tabla. Sabíamos -cuatro veces-, que este equipito, el Hospitalense, tenía oficio y era de mucho cuidado. Sin embargo, sería Europa quien controlaría las acciones en un principio. Sobre los 4’, Giancarlo controló bien de pecho y cedió a Arnau, pero el pase le quedaría un poco largo y no habría consecuencias. Con dos balones parados y con Fede trajinando por el medio campo, Europa intentaría dejar en claro quien era el dueño de casa. Y así seguiríamos hasta los 6’, cuando Hospitalense remecería nuestro horizontal. Tres minutos más tarde marcaría un dudoso gol, uno de esos que dejan extrañar la presencia de un juez de línea que indique con claridad si la bola cruzó o no la línea de meta. 0-1 con dudas y protestas. Desazón y pifias en el Europa.
A los 14’ Capi cobraría una falta. El portero desviaría la pelota hacia el horizontal, y Javier, muy atento al rebote, añadiría la pelota hasta el fondo sin dificultad. Sería el 1-1 pasajero. Se hacía justicia. El 1-2 llegaría sobre los 16’, mediante gran jugada de Hospitalense que marcaría de sombrerito, o de vaselina, como dicen acá en España. A partir de entonces, y pese al equilibrio de las acciones, emergería el equipo que más fútbol tuviera, el más ligero, como aceite que emerge dentro del agua. Europa empezaría a ceder terreno, regalaría los balones -historia ya conocida- y reventaría las pelotas al azar, sin ninguna coordinación entre sus líneas. Y cualquier balón aéreo, con Nico sentado en las graderías, activaría nuestros nervios. Se luchaba por el medio campo y el partido entraría en una dinámica de alucinantes bostezos. No había fútbol, sólo sueño. Sin embargo, se presentó una ultima oportunidad para la Fundación: Javier controló muy bien la pelota y remató de media vuelta, pero débilmente. No pasó nada.
Nos fuimos al descanso con un justo marcador -1-2- y con la misma interrogante de siempre: como se puede ganar un partido si se obsequia la pelota envuelta en papel de regalo, con un lacito coqueto y una amorosa esquela: “Con mucho cariño para nuestros rivales. La pelota es vuestra. Por favor, ganad vosotros, que nosotros no queremos ganar”
SEGUNDA PARTE
Superado un pequeño incidente con el árbitro, por recriminarle el gol fantasma concedido se reiniciarían las acciones. Iniciaría Hospitalense, pero sería Europa quien controlaría las acciones. Sobre los 7’, Alex, en gran intervención, disparó desde fuera del área a la escuadra, lejos del alcance humano. La estirada del portero sólo serviría para la foto. 2-2. Era la primera llegada en la segunda mitad. Luego, sobre los 9’, Capi obligó al portero a desviar un disparo sobre el horizontal. Europa insistía hasta que nuevamente el partido entraría en una larga dinámica somnolienta: balones divididos, faltas, choques, rebotes y bostezos. Cuando los porteros no intervienen, cualquier partido puede volverse aburridísimo.
Era necesario evitar los disparos de media distancia y las bolas aéreas. Sobre los 20’, llegaría un contraataque letal de Hospitalense que despertaría a la grada. 2-3. Quedaban 15’. Jesús bloquearía el que podría haber sido el cuarto, y nuestro portero controlaría dos disparos: uno rasante y peligroso, y otro lanzado desde cuarenta metros, directo a portería. Europa insistiría en su labor generosa de obsequiar los balones que nos pertenecen a todos: al entrenador, al delegado, a los dirigentes, a los jugadores, a los padres de familia, a los tíos, a los abuelos, a los vecinos, a los mossos y a toda la comunidad de Cataluña, excepto a los de Hospitalense. A ellos no les pertenecían nuestros balones pero los tenían en sus pies. Ellos deberían de haberse buscado los suyos y no deberíamos de haber dejado que tomaran los nuestros. Tenemos que lograr que nuestros jóvenes entiendan eso. Y para que lo entiendan quisiera colaborar con un pequeño granito de arena: observen a Xavi, el del Barça. Cuando el juega, la posesión del balón del Barça puede elevarse notablemente, tal vez hasta un 70%, lo que posibilita que el equipo pueda crear y anotar mediante los atacantes letales que tiene en su delantera. Pero es necesario tener el balón, no regalarlo, porque entonces será el otro equipo el que cree y anote. Por eso, para mi juicio, Xavi es fundamental en el Barça, por la posesión que le otorga al equipo. Obsérvenlo y aprendan.
Se acabó. Pitazo final. 2-3. Resultado justo y a guardar el lapicero. En ese instante, sin tener que controlar más los detalles del partido, el cronómetro, y cuidando de que el viento no se llevara la hoja escrita, tomé conciencia de que el nivel de exigencias con nuestros futbolistas había cambiado bastante: antes sólo les exigíamos que lucharan, tan sólo eso. Ahora, con la nueva actitud ganada a pulso, les exigimos que ganen. Y aquí termino, rescatando lo positivo y esperando no tener que encargarme de las carabelas de Colón en la siguiente crónica que me toque escribir, y además, que tampoco sea mirando al bar.
Animo Europa.
Nos tocaba enfrentarnos a un equipo en posiciones UEFA que ya nos había derrotado 4-0. No sería necesario oír nuevamente el rumor, lo sabíamos de antemano: otra vez estábamos sin portero, y eso significaba otorgarle demasiadas ventajas al rival, sea quien sea quien reemplazara a Nico.
PRIMERA PARTE
No había gigantes en el campo, los Goliat se habían quedado en L’Hospitalet liderando la tabla. Sabíamos -cuatro veces-, que este equipito, el Hospitalense, tenía oficio y era de mucho cuidado. Sin embargo, sería Europa quien controlaría las acciones en un principio. Sobre los 4’, Giancarlo controló bien de pecho y cedió a Arnau, pero el pase le quedaría un poco largo y no habría consecuencias. Con dos balones parados y con Fede trajinando por el medio campo, Europa intentaría dejar en claro quien era el dueño de casa. Y así seguiríamos hasta los 6’, cuando Hospitalense remecería nuestro horizontal. Tres minutos más tarde marcaría un dudoso gol, uno de esos que dejan extrañar la presencia de un juez de línea que indique con claridad si la bola cruzó o no la línea de meta. 0-1 con dudas y protestas. Desazón y pifias en el Europa.
A los 14’ Capi cobraría una falta. El portero desviaría la pelota hacia el horizontal, y Javier, muy atento al rebote, añadiría la pelota hasta el fondo sin dificultad. Sería el 1-1 pasajero. Se hacía justicia. El 1-2 llegaría sobre los 16’, mediante gran jugada de Hospitalense que marcaría de sombrerito, o de vaselina, como dicen acá en España. A partir de entonces, y pese al equilibrio de las acciones, emergería el equipo que más fútbol tuviera, el más ligero, como aceite que emerge dentro del agua. Europa empezaría a ceder terreno, regalaría los balones -historia ya conocida- y reventaría las pelotas al azar, sin ninguna coordinación entre sus líneas. Y cualquier balón aéreo, con Nico sentado en las graderías, activaría nuestros nervios. Se luchaba por el medio campo y el partido entraría en una dinámica de alucinantes bostezos. No había fútbol, sólo sueño. Sin embargo, se presentó una ultima oportunidad para la Fundación: Javier controló muy bien la pelota y remató de media vuelta, pero débilmente. No pasó nada.
Nos fuimos al descanso con un justo marcador -1-2- y con la misma interrogante de siempre: como se puede ganar un partido si se obsequia la pelota envuelta en papel de regalo, con un lacito coqueto y una amorosa esquela: “Con mucho cariño para nuestros rivales. La pelota es vuestra. Por favor, ganad vosotros, que nosotros no queremos ganar”
SEGUNDA PARTE
Superado un pequeño incidente con el árbitro, por recriminarle el gol fantasma concedido se reiniciarían las acciones. Iniciaría Hospitalense, pero sería Europa quien controlaría las acciones. Sobre los 7’, Alex, en gran intervención, disparó desde fuera del área a la escuadra, lejos del alcance humano. La estirada del portero sólo serviría para la foto. 2-2. Era la primera llegada en la segunda mitad. Luego, sobre los 9’, Capi obligó al portero a desviar un disparo sobre el horizontal. Europa insistía hasta que nuevamente el partido entraría en una larga dinámica somnolienta: balones divididos, faltas, choques, rebotes y bostezos. Cuando los porteros no intervienen, cualquier partido puede volverse aburridísimo.
Era necesario evitar los disparos de media distancia y las bolas aéreas. Sobre los 20’, llegaría un contraataque letal de Hospitalense que despertaría a la grada. 2-3. Quedaban 15’. Jesús bloquearía el que podría haber sido el cuarto, y nuestro portero controlaría dos disparos: uno rasante y peligroso, y otro lanzado desde cuarenta metros, directo a portería. Europa insistiría en su labor generosa de obsequiar los balones que nos pertenecen a todos: al entrenador, al delegado, a los dirigentes, a los jugadores, a los padres de familia, a los tíos, a los abuelos, a los vecinos, a los mossos y a toda la comunidad de Cataluña, excepto a los de Hospitalense. A ellos no les pertenecían nuestros balones pero los tenían en sus pies. Ellos deberían de haberse buscado los suyos y no deberíamos de haber dejado que tomaran los nuestros. Tenemos que lograr que nuestros jóvenes entiendan eso. Y para que lo entiendan quisiera colaborar con un pequeño granito de arena: observen a Xavi, el del Barça. Cuando el juega, la posesión del balón del Barça puede elevarse notablemente, tal vez hasta un 70%, lo que posibilita que el equipo pueda crear y anotar mediante los atacantes letales que tiene en su delantera. Pero es necesario tener el balón, no regalarlo, porque entonces será el otro equipo el que cree y anote. Por eso, para mi juicio, Xavi es fundamental en el Barça, por la posesión que le otorga al equipo. Obsérvenlo y aprendan.
Se acabó. Pitazo final. 2-3. Resultado justo y a guardar el lapicero. En ese instante, sin tener que controlar más los detalles del partido, el cronómetro, y cuidando de que el viento no se llevara la hoja escrita, tomé conciencia de que el nivel de exigencias con nuestros futbolistas había cambiado bastante: antes sólo les exigíamos que lucharan, tan sólo eso. Ahora, con la nueva actitud ganada a pulso, les exigimos que ganen. Y aquí termino, rescatando lo positivo y esperando no tener que encargarme de las carabelas de Colón en la siguiente crónica que me toque escribir, y además, que tampoco sea mirando al bar.
Animo Europa.